martes, 24 de abril de 2012

Tesis sobre el poder

Hay una especie de chiste gráfico en el cual se ve a alguien -un presunto político, pero bien podría ser un predicador, un juez, un periodista- dirigirse al público desde un púlpito. Lo curioso -y que hace al chiste- es la precariedad de la posición desde la cual habla este personaje, pues lo hace parado sobre una tabla que pende, a su vez, de un precipicio y es sostenida por el mismo público al que se dirige. Se puede leer una consigna que, por las dudas, nos lo explicita: "la gente ignora el poder que tiene". Es cierto, la gente podría irse y ya no sostenerle más la tabla a quien les habla desde esa posición de "supuesto" poder, pero ¿por qué no lo hace? Lo que pasa por alto el chiste es la osadía del equilibrista que se ha aproximado al abismo y confía absolutamente en su público. Ellos, lo sepan o no, no pueden estar más que fascinados con la insólita posición que ha adoptado el hablante. Esa fascinación no responde necesariamente a una lógica del espectáculo; el abismo que se abre ante sus pies constituye nuestra indómita naturaleza humana, el poder o la potencia, mientras que la tabla y el púlpito son los precarios artificios materiales-simbólicos con los que apenas nos aproximamos para decir algo respecto de ella. Parte del asunto del poder se dirime entonces en la alternancia para asumir el riesgo de una posición de enunciación tan precaria, al límite, y no en simplemente fugarse o hacer que siempre sea el mismo el que la ocupe.

lunes, 23 de abril de 2012

Circular, repito

"Ahí donde repito, traiciono. Y ahí donde quiero transformar no hago más que repetir." Oscar Masotta.

Estoy pensando en la modulación de esta frase porque así no me satisface del todo (además ya le modifiqué la puntuación). Podría ser: Allí donde quiero repetir, traiciono. Y allí donde imagino transformar no hago más que repetir.

¿Destino circular, o verdadera inscripción donde falta el Otro?

Más que circular por falta, como si ambas posiciones se respondieran, prefiero: circular la falta. Aunque algunos amigos crean que es una suerte de presencia (circular); presencia sólo sí se la considera inexpropiable, en tanto es nada, impropia o cual-se-quiera.

Entre 'lo' circular y 'el' circular funciona un equívoco equivalente -aunque más ajustado- al de 'consciente' e 'inconsciente'. Y paradójicamente más amplio, pues excede los usos de un sólo dispositivo de pensamiento.

sábado, 14 de abril de 2012

Hacer (en) común

¿Qué necesidad hay de confundir el amor con la política, o con cualquier otra actividad? ¿Qué nece(si)dad incluso de que la política se reduzca a luchas fálico-narcisistas, o metafóricamente, claro está, a matar y morir? ¿Qué necesidad hay de mezclar todo, de hacerlo todo Uno, de llevar las cosas para el lado seguro (peace and love)? ¿Por qué siempre pensamos la lucha en términos de matar o morir, de destruir al otro? Los luchadores de verdad, que los hay de las más diversas disciplinas, saben que esto no es necesariamente así, que la lucha puede ser algo mucho más parecido a una danza que a una carnicería, aunque, claro, también hay golpes y hasta knock-outs. Pero para llegar a ese nivel de danza -y digo 'danza' para tirar una imagen que todos cacen- hace falta mucho entrenamiento y mucha pasión por lo que se hace: horas y horas de transpirar en un ring o en un tatami; horas y horas de discusiones en asambleas y organización mutua; horas y horas de escrituras y lecturas. Nada se gana confundiendo los tantos, queriendo hacer de todo lo mismo; pero tampoco nada se gana con la indiferencia o la ignorancia respecto de los otros, por eso hay que estar atentos a lo que hacen quienes así se juegan, en tanto de allí (de)viene la potencia (en) común y no de algún precepto universal estilo: ámense los unos a los otros.

Cobrar el sentido (el sentido de co-obrar)

Escucho muchas voces últimamente que insisten en anular una opinión o una posición política en función del pago de dinero u otro tipo de 'seducciones'. Creo que, quienes profieren esos dichos, no se han dado cuenta del cambio histórico acaecido: ya no se trata de oponer idealidades comunistas por un lado, que podían o no -según el caso- chocar con su material ostentación de bienes o privilegios, a desembozados espíritus capitalistas por el otro, que podían disponer o no -según sus capacidades- de una libertad ilimitada cuya medida sólo podía darla su propia capacidad de competencia y esfuerzo personal. Hace tiempo que no se trata de eso. No queda tiempo para estas estupideces simétricas entre extremos de un mismo marco conceptual ontológico. Ahora estamos en el medio, lo único que importa es el medio y estamos hasta las manos si no nos damos cuenta de eso. Sólo se trata de operar una mínima y radical inversión, sin marcos totalizadores de referencia (de sentido): cada gesto, cada obra, cada acto, sea de la índole que fuere, deberá antes que nada autovalorarse, depender de su potencia, de su apertura, de su singularidad; y sólo secundariamente, además, habrá de ser cobrado como se debe. Nada es simple mercancía pero tampoco nada es gratis cuando todos dependemos de todos en el medio en que (con)vivimos. Hay que animarse a dar valores singulares, caso por caso y en función de lo ante dicho, en vez de repetir chicanas estúpidas sobre si se hacen cosas por dinero o por el espíritu santo.

miércoles, 11 de abril de 2012

Consonar

Hay un fantasma de justicia que -también hoy- recorre el mundo: se trata de un decir sin amparos, de una existencia común que no necesita proyectar el odio hacia algún otro para justificarse y darse sentido (a sí, al mundo). En nombre de todos los muertos y vencidos de la historia, ese fantasma que nos atraviesa nos hace hablar, pensar, actuar, a quienes vivimos con cierta intensidad desconocida la deuda para con ellos. Que ni el sexo, ni la religión, ni la clase, ni la profesión, ni el estatus, determinen quién es y quién no es, quién vale y quién no vale. Que baste decir, esa es nuestra premisa.

Y quiero aprovechar los pliegues, los modos de decir que consuenan, para olvidarme del sentido común (que no es lo común) y de las semejanzas (culturales, sexuales, ideológicas, profesionales, etc.). Personas muy diversas que hacemos cosas que nada tienen en común consonamos, a veces, y eso da lugar a una polifonía inaudita, extraña. Quiero aprovechar los pliegues que se producen a veces para decir -a quien quiera oír- que exponerse es todo lo que importa, todo lo que hay -que hacer. Que el decir ex-siste al dicho, cuando se ex-pone y asume sin más, sin situar un referente común, un objeto de amor o de odio, una identidad pre-supuesta. Cuando se asume la radical extrañeza de decir, sin esperar nada a cambio, ahí, algo empieza a sonar y afecta en común.

miércoles, 4 de abril de 2012

El ser

El ser es esa herida profunda que produce, por incisión, el lenguaje. El asunto -sujeto- se dirime en efectuar la sutura con los múltiples hilos del pellejo que nos ha dejado expuestos, en superficie, su incisión.

martes, 3 de abril de 2012

Análisis político

Hay una parte de nuestra burguesía que se ve que la pasa bárbaro: puede viajar, comprar, vivir como se le antoja. No me parece mal. Lo curioso es que su endeble conciencia de clase le haga creer que todo se debe a su esfuerzo personal, como si lo que ha costado -y aún cuesta- sostener esta situación, en la que ellos pueden sostener su placentera forma de vida -con o sin esfuerzo-, no fuera producto de un ingente trabajo colectivo orientado por el gobierno de CFK, que ellos denostan. Considero que es parte de la responsabilidad del gobierno despertarlos con un buen golpe de esa modorra estupidizante e irresponsable en la que se autosatisfacen.

Si hablo de 'golpe' no es para evocar fantasmas del pasado, pues pienso que es también parte de nuestra responsabilidad intelectual renovar los lenguajes políticos (los añejos golpistas ya no golpean), en tanto las actuales conciencias autocomplacientes -antaño cómplices de golpistas- se conforman en lenguajes tecno-mediáticos donde todo es deslizarse, fluir, sin encontrarse de golpe con ninguna realidad. A eso apunto. Además, resta aclarar, para mí el golpe por excelencia es el del arte...marcial (el karate, sin dudas).

Si bien esto puede generar ciertas disonancias, quizás esté bien que así sea, sobre todo para un movimiento complejo que busca integrar diversas dinámicas y lenguajes, problemáticamente. Está bien que haya partes anómalas que no se entiendan del todo (o que se entiendan mal). Esto que digo, por supuesto, excede y atraviesa el Estado hacia una forma de sostener el polemos sin que eso marque diferencias totalizantes, o coincidencias plenas.

Lo cual es ineludible si se piensa que, como en todo movimiento, existen dos tendencias contrapuestas: la que busca construir un lenguaje omnipotente que lo diga todo para todos, sin resto, y la que busca generar una lengua-sujeto con zonas indiscernibles, excesivas o anómalas, que sólo en el transitar podrán ir desplegando su efecto.

Por último, quizás deba aclarar que no dije "toda" la clase sino una "parte" de ella, y en segundo lugar no antepuse lo "colectivo" por sobre lo "personal", sino sólo en virtud de la explicación -esa endeble conciencia- y el odio que porta esa parte, de un sector social mucho más amplio, hacia el gobierno. Estos matices pueden ser pasados por alto en lecturas que se dejen llevar por el lenguaje político aparentemente clásico que escogí.

Pero los matices hacen a la complejidad actual y a la necesidad de renovar los lenguajes políticos -que ineludiblemente igual nos atraviesan-, para pensar la coyuntura sin caer en opciones dicotómicas y reductivistas: burguesía vs proletariado, personal vs social, nosotros vs ellos. No creo que alcance tampoco con el lenguaje de los "contras". Pues no basta con oponer al poder, al saber, al orden, a la racionalidad o a la fuerza, las figuras correlativas del contrapoder, la ignorancia, el caos, lo irracional o la contrafuerza (violenta o pacífica); hay que aprender, en cambio, a incorporar el poder en los puntos locales en los que, cada quien, se sienta autorizado para excederlo, dislocarlo, y por ende abrirlo a otras composiciones imprevistas, en lugar de reproducirlo (pasiva o activamente).

Estoy pensando en los movimientos efectivos, concretos, dados en la superficie y legibles para cualquiera, que realiza este gobierno para articular de otro modo lo social. Los leo como movimientos transversales que atraviesan justamente distintos estratos sociales, económicos, culturales y demás, e intento ceñirme a ellos en lo que escribo para pensar. Vale el esfuerzo personal y vale que haya diferencias sectoriales, son ineludibles, lo que no justifica la miopía y la estupidez que no capta los nudos que nos constituyen y hacen que todos dependamos de todos, en partes que no por ser indiscernibles son impensables.

De la posición filosófica a la que he arribado

El cogito de la filosofía actual (de la cual participo), que se sostiene sin certezas (últimas o primeras), se formula no obstante por medio de una mínima que se diluye en el acto mismo de su formulación: cualquiera piensa, luego existo. La cualquieridad en cuestión no permite distinguir rasgos particulares, ni tampoco formular un principio universal; se trama más bien en el medio, en la multiplicidad cualquiera, en la heterogeneidad de pensamientos. Captar -afectar y dejarse afectar por- dicha cualquieridad, exige atravesar y circular por distintos saberes y prácticas.

Quisiera exponer brevemente mi deuda para con los pensadores que me han afectado y modificado en este breve trayecto de escritura, de un tiempo a esta parte.

Si el trabajo político se da en el cruce de varios colectivos de pensamiento y su afecto por antonomasia es el entusiasmo, el trabajo filosófico transcurre en cambio en la más absoluta soledad. No obstante, es una soledad atravesada de múltiples nombres y de otros tantos afectos (beatitud intelectual). Quisiera nombrar algunos de ellos y qué considero me aportaron para tomar posición en el campo.

i) De Lacan tomé el psicoanálisis (ineludible para pensar las transferencias de amor y saber);
ii) de Milner su epistemología y ontología lacanianas (ineludibles para posicionarse ante la tradición occidental de pensamiento);
iii) de Badiou, Foucault y Deleuze sus filosofías sistemáticas y radicales (ineludibles para salir de la dispersión y el consentimiento académico actuales);
iv) de Rancière, Agamben y Nancy las formas originales de pensar la política en clave filosófica (ineludibles para no caer en rupturismos, pragmatismos, conservadurismos o, incluso, filosofismos).

Estoy muy agradecido de los aportes que me han brindado los compañeros franceses para pensar lo que me afecta. Por supuesto, también hay otros pensadores afines que no son franceses: Zizek, Copjec y Dolar, de la escuela eslovena, que articulan filosofía y psicoanálisis; el viejo Althusser, y sus siempre actuales modos de imbricar filosofía y política; o el más reciente Laclau, y su teoría de la razón populista tramada entre aportes de la filosofía contemporánea y el psicoanálisis.

Si bien puede sonar a broma -y quizá lo sea en cierto sentido- este es el único medio semi-público que dispongo para rendirles mi modesto homenaje, sin pompa, y no quiero olvidarlo en caso que llegue la oportunidad de decirlo.

lunes, 2 de abril de 2012

Escritura y duelo

¿Por qué tardé tanto en hacer el duelo?, ¿por ella? ¿Pero acaso podría medirse el tiempo del duelo, y atribuirlo, como si acabara alguna vez, en alguien?

Recuerdo que se abrió el suelo ante mis pies, en el decir que era el mío de ese momento; literalmente se abrió y ya no hubo sostén ni respuesta: me dejé caer inexorablemente, en un mar incontenible, infinito, de pena.

Lloré. Lloré a mares, como nunca había llorado, sin razón ni consuelo. Lo más extraño fue que no me sentí apenado por eso; ni tampoco tenía que ver mi penar, me dí cuenta, con ella. Era otra cosa, infinitamente otra, la que se abrió de repente, en ese extraño tiempo.

Mi situación era lamentable, no podría describirla adecuadamente, y sin embargo ya empezaba a escuchar una multiplicidad de voces incontenibles que arrebataban la escritura.

Recién hoy puedo tomarme el tiempo de escribirlo, así no más, aunque ya haya anticipado fragmentos.

Voy a dejar de oponerme (por si aún quedaba algo); es tiempo de desaparecer, pues la fuerza reside en la sustracción (la implica).

Gigantes de acero (la función del padre)

En Gigantes de acero hay básicamente un niño, un padre y un robot. Lo maravilloso es cómo, en un mundo aplastado por la técnica, un padre flojo, ausente, perdedor -por decir lo mínimo-, producto en parte de ese mismo mundo, resulta finalmente apuntalado por una máquina. El robot -el aparato simbólico aquí imaginarizado- permite que el niño y el padre se reencuentren al hacer las veces de médium (mimético) de la falta del padre, de su deseo (de pelear). Algo de la cobardía moral del padre, por haber retrocedido en su deseo (de pelea y de paternidad), es reparado a partir de ese robot en desuso rescatado de la basura por la sola per-sistencia del niño, a pesar del mismo padre y su continuo gesto abandónico ("tratas todo como basura, lo que no te sirve lo dejas"). Y ese gesto restituye al padre, a su vez, del lugar de desecho humano en que se encontraba, asumiéndolo, le da esa continuidad necesaria para volver a entrenar y, por supuesto, ganar con el "robot del pueblo": Atom (incluso, a pesar de la resolución de los árbitros y el poder de las corporaciones). Lo más interesante es que la función del padre sea suplida por algo mínimo, casi insignificante, la mímesis del robot. El robot sólo repite los movimientos del niño (que lo hace bailar) y del padre (que lo hace pelear), no agrega nada nuevo; pero justamente hace notar que lo mismo debe ser sostenido, hay que darle continuidad, y es allí donde se produce la diferencia. Como si el aparato simbólico sólo necesitara, para ser sostenido, un gesto mínimo pero continuado que permite su reduplicación: el robot no se cansa, aguanta, pero requiere inevitablemente del humano -del deseo humano- para alcanzar algún tipo de eficacia más allá del automatismo de repetición. Tanto es así que hasta el robot todopoderoso, Zeus, el gran destructor sostenido por toda la tecnología y el poder económico de una corporación, tampoco es ya manejado por su genio creador, quien parece haberse desentendido del asunto y delegado dicha responsabilidad en un equipo de operadores; claro, cuando intenta hacerse cargo, en el último momento en que está siendo destruido por Atom, ya es demasiado tarde. (queda insinuado también el otro modelo del padre: el de la chica rica que le banca su inversión en Zeus, sin que ella arriesgue ni ponga nada original de su parte, ni creación, ni pelea).