martes, 3 de abril de 2012

De la posición filosófica a la que he arribado

El cogito de la filosofía actual (de la cual participo), que se sostiene sin certezas (últimas o primeras), se formula no obstante por medio de una mínima que se diluye en el acto mismo de su formulación: cualquiera piensa, luego existo. La cualquieridad en cuestión no permite distinguir rasgos particulares, ni tampoco formular un principio universal; se trama más bien en el medio, en la multiplicidad cualquiera, en la heterogeneidad de pensamientos. Captar -afectar y dejarse afectar por- dicha cualquieridad, exige atravesar y circular por distintos saberes y prácticas.

Quisiera exponer brevemente mi deuda para con los pensadores que me han afectado y modificado en este breve trayecto de escritura, de un tiempo a esta parte.

Si el trabajo político se da en el cruce de varios colectivos de pensamiento y su afecto por antonomasia es el entusiasmo, el trabajo filosófico transcurre en cambio en la más absoluta soledad. No obstante, es una soledad atravesada de múltiples nombres y de otros tantos afectos (beatitud intelectual). Quisiera nombrar algunos de ellos y qué considero me aportaron para tomar posición en el campo.

i) De Lacan tomé el psicoanálisis (ineludible para pensar las transferencias de amor y saber);
ii) de Milner su epistemología y ontología lacanianas (ineludibles para posicionarse ante la tradición occidental de pensamiento);
iii) de Badiou, Foucault y Deleuze sus filosofías sistemáticas y radicales (ineludibles para salir de la dispersión y el consentimiento académico actuales);
iv) de Rancière, Agamben y Nancy las formas originales de pensar la política en clave filosófica (ineludibles para no caer en rupturismos, pragmatismos, conservadurismos o, incluso, filosofismos).

Estoy muy agradecido de los aportes que me han brindado los compañeros franceses para pensar lo que me afecta. Por supuesto, también hay otros pensadores afines que no son franceses: Zizek, Copjec y Dolar, de la escuela eslovena, que articulan filosofía y psicoanálisis; el viejo Althusser, y sus siempre actuales modos de imbricar filosofía y política; o el más reciente Laclau, y su teoría de la razón populista tramada entre aportes de la filosofía contemporánea y el psicoanálisis.

Si bien puede sonar a broma -y quizá lo sea en cierto sentido- este es el único medio semi-público que dispongo para rendirles mi modesto homenaje, sin pompa, y no quiero olvidarlo en caso que llegue la oportunidad de decirlo.

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