sábado, 14 de abril de 2012
Cobrar el sentido (el sentido de co-obrar)
Escucho muchas voces últimamente que insisten en anular una opinión o una posición política en función del pago de dinero u otro tipo de 'seducciones'. Creo que, quienes profieren esos dichos, no se han dado cuenta del cambio histórico acaecido: ya no se trata de oponer idealidades comunistas por un lado, que podían o no -según el caso- chocar con su material ostentación de bienes o privilegios, a desembozados espíritus capitalistas por el otro, que podían disponer o no -según sus capacidades- de una libertad ilimitada cuya medida sólo podía darla su propia capacidad de competencia y esfuerzo personal. Hace tiempo que no se trata de eso. No queda tiempo para estas estupideces simétricas entre extremos de un mismo marco conceptual ontológico. Ahora estamos en el medio, lo único que importa es el medio y estamos hasta las manos si no nos damos cuenta de eso. Sólo se trata de operar una mínima y radical inversión, sin marcos totalizadores de referencia (de sentido): cada gesto, cada obra, cada acto, sea de la índole que fuere, deberá antes que nada autovalorarse, depender de su potencia, de su apertura, de su singularidad; y sólo secundariamente, además, habrá de ser cobrado como se debe. Nada es simple mercancía pero tampoco nada es gratis cuando todos dependemos de todos en el medio en que (con)vivimos. Hay que animarse a dar valores singulares, caso por caso y en función de lo ante dicho, en vez de repetir chicanas estúpidas sobre si se hacen cosas por dinero o por el espíritu santo.
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