martes, 30 de octubre de 2012

De lecturas, críticas y todo

1. En cuanto a la información.

Hay un mandato irreflexivo que dice que para estar informado hay que leerlo todo; se cree así que la variedad de la información hace directamente a la calidad de la formación de un punto de vista propio. Es justo. Sin embargo, se queda corto: si uno no selecciona antes la calidad de lo que lee, tampoco puede asegurarse luego que el resultado sea la formación de calidad; el pensamiento empieza antes, siempre antes. Hay que estar atento.


Sucede lo mismo que en el caso de la comida: uno no come todo, no come cualquier cosa, pues hay que ser selectivo para tener una dieta equilibrada que sostenga nuestra salud. Es cierto que se debe comer bien y variado, que se pueden frecuentar incluso distintos tipos de cocina, pero lo que debe primar sobre todo es la calidad (que no tiene que ver con costos sino con la elaboración).

Entonces, cuando un diario o cualquier otro medio de información ya no producen discursos de distinta 'cocina ideológica' sino que directamente producen artículos de mala calidad, ¿por qué uno debería persistir en la intoxicación? La variedad y la calidad hay que saber encontrarlas también, no son algo simplemente dado por la libre oferta del mercado. Darse una buena formación, elaborar un pensamiento propio, no es cuestión de consumo desaforado.

***

2. En cuanto a la formación.

Ahora, en caso de tener que lanzar algún mandato de lectura apremiante, no diría lean a Platón, o a Spinoza, o a Marx, o a Foucault, o a Badiou, o a Borges, o a Beckett que sé yo; diría sólo lean, lean a cualquiera, a locos o infames si quieren, poco importa, pero lean bien, lean a la letra y escriban junto a eso que se da a leer en cualquiera, incluso -y sobre todo- a pesar de sus intenciones. Nadie tiene la posta de nada, ni la clave de inteligibilidad de una época, pero sólo una ética rigurosa de lecto-escritura puede socavar las pre-tensiones de regular el sentido y sus fines.

Quizás esto último pueda parecer contradictorio con lo anterior, y sin embargo la función selectiva que opera en la formación -distinta a la información- es el deseo, que sigue la letra en su cualquieridad -o genericidad- pero cuya calidad no es cualquiera, pues es singular. Y lo que ambas apuestas -información y formación- comparten, es una lectura orientada por lo real del notodo, exención de sentido cuya calidad de goce queda suspendida al hallazgo contingente de otros textos (obras, gestos, pensamientos).

***

3. En cuanto a la crítica.

Asimismo, si mucha gente se autosatisface con el juicio sumario, sea como protagonista activo o pasivo espectador, hay que decirlo: el tipo de crítica precoz que en ello encuentra su goce es claramente masturbatoria. Quizás el nivel más bajo de esta modalidad de descarga inmediata aparezca en los comentarios agresivos de los diarios digitales, pero en un nivel apenas más sofisticado también aparece en muchos de sus artículos. El pensamiento que por definición es crítico sólo existe en tanto potencia, genera o multiplica otras voces, pensamientos, gestos u obras, y su goce es exponencial aunque nunca garantizado de ante-mano, debido a que depende de que esas multiplicidades continúen su proliferación en otros cuerpos.

El trabajo intelectual requiere asumir rigurosamente ciertas responsabilidades: no estar por encima de otros ni tampoco imitarlos; es a lo que me refiero con el 'junto a' (proximidad topológica que no se mide geométricamente: el lugar, su mismidad, no es empírica ni trascendental, se da en el proceso de producción). Multiplicar -o potenciar- es la tarea, sin desconocer los procesos de elaboración y los duelos, pero además atacando las críticas o formulaciones reductivistas que no cesan de aparecer.

***

4. En cuanto al todo.

“Todo se ha escrito, todo se ha dicho, todo se ha hecho, oyó Dios que le decían y aún no había creado el mundo, todavía no había nada” (Macedonio). Pasa que el todo es así, pretencioso y totalitario por definición, pero ignora -tanto él como sus secuaces obsecuentes- que en partes no todo se ha dicho, no todo se ha escrito, no todo se ha hecho; pues las partes exceden al todo.

Nos han enseñado gestálticamente que el todo es más que la suma de las partes, queriendo contar así las relaciones, y eso está bien; pero además, analíticamente, las partes son más que el todo porque no todo es: hay partes suplementarias que ex-sisten, son reales y fuerzan su pertenencia al ser significativo que pretende abarcarlo todo. Muy evidentemente su valor es inestimable, por eso el reconocimiento si llega, llega tarde, desde otras partes (sin todo).

No hay comentarios:

Publicar un comentario