martes, 28 de febrero de 2012

Pensar III

Demostrar que otro piensa es mucho más difícil que hacerlo respecto de uno mismo (maxime cuando pensar exige el descentramiento egomaníaco); claro que todos tenemos el derecho a imaginar, fantasear y suponer que lo hacemos (unos y otros) en alguna medida, el asunto es marcar la diferencia (lo distintivo) de manera tal que potencie y habilite múltiples cosas, pensamientos y decires (sin medida). Permanecer en cambio en las diferencias previsibles que dictamina el sentido común no me parece que abone en ese sentido.

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Las palabras 'complejo' y 'heterogéneo' se usan cada vez más en el sentido común, generalmente como sinónimos de 'complicado' y 'caótico'. Son formas de indicar de modo un tanto sintomático la singularidad del espacio democrático. Yo me siento un un poco promotor de este espacio y de las oportunidades que abre en este tiempo. Para mí, dicho espacio-tiempo se organiza de una manera rigurosa: es el orden nodal de la alternancia. No simplemente de los opuestos al orden y a la jerarquía. O de la alternancia electoral, o de los poderes instituídos. Aprender a pensar en la alternancia de posiciones, de unos y otros, en el cruce de estratos temporo-espaciales, eso es lo que habilitaría extremar el juego democrático, en todas sus dimensiones y potencia. Eso es lo que habilitaría el pensar conjunto, descentrado, pulsado desde la singularidad de cada quien.

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