miércoles, 4 de julio de 2012

varia(dos)

Para mí, en cambio, lo único que importa absolutamente no es siquiera la interrogación del ser, del no-ser, de la materia o del espíritu; lo único que importa es esa operación sustractiva que se especifica siempre desde un borde singular con el nombre de 'sujeto'. Esa operación que me obsesiona e histeriza al mismo tiempo, que demando, necesito y deseo en todo tiempo y lugar, que funda el tiempo-acontecimiento bajo cualquier circunstancia; ese modo de hacer, esa praxis que sólo se da entre letras o instituciones, entre saberes y verdades, siempre anónima, translegal, inclasificable, es lo único que me genera verdadero respeto. Todo lo demás me puede provocar risa, simpatía o espanto, mas no (en)causar ese extraño pensamiento que define una praxis. ¿Pero cuál era? Como la bomba, un minuto más y estallaba...

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A lo mejor no se trata de ver o no ver a Tinelli, de estar o no estar en el facebook, o en todo aquello que sea pasible de ser deglutido por esta gran máquina de reproducción que llamamos consumismo-capitalismo, a lo mejor es más disruptivo darle otro uso que el que quieren los que la producen y reproducen incesantemente, con sus circuitos asegurados de información y consumo, a lo mejor la nueva disciplina que necesitamos para socavar este sistema es la de una inconsistencia sistemática, que abra permanentemente brechas e interrupciones en las lógicas sapientes que pretenden regularlo todo, en su ficción de libre mercado. Sí, pienso que necesitamos darles otros usos, inconsistentes y sistemáticos, que contaminen la purificación lógica que domina mediante su variante interminable de objetos de consumo.

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No es que esté lleno de contradicciones, como si yo mismo fuera una especie de recipiente a ser ocupado por ellas o sus contrarias: las coherencias; más bien soy esas mismas contradicciones, me juego en ellas y esa es la única coherencia posible.

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A veces, unas ganas de gritar inmensas que desbordan todo cuerpo pensable. A veces un golpe seco basta para aplacar la humedad del silencio. Cuerdas contra cuerdas, letras a través de letras, sólo se trata de escuchar lo que resuena, a veces: solo. Puedo adivinar ese sutil hilo que nos recorre el cuerpo en un escalofrío, como una daga infinitamente filosa que corta en todas partes, a la vez y sin cesar. ¿Duele? No. Que proliferaran las palabras así, insensatas pero urdidas en tramas infinitas que hicieran vacilar toda pretensión definitiva.

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