sábado, 28 de julio de 2012

Sujeto femenino

He llegado a una conclusión sobre la lectura de Lacan que emprendí hace ya varios años: el sujeto del que habla y escribe, a lo largo de toda su enseñanza, es esencialmente femenino. Pues para él el sujeto es siempre una suposición, esa misma que lo lleva a fracasar una y otra vez, cada vez mejor, cada vez más cerca, más próximo, sin nunca cerrar el concepto. Que el sujeto supuesto por Lacan sea esencialmente femenino no quiere decir que tenga una esencia. Justamente esa imposibilidad de totalización del concepto, esa falla lógica y sexual irreductible, es lo que lleva a Lacan a multiplicar sus recursos de escritura: numéricos, topológicos y demás. Quizás esto explique también esa extraña alusión de Cortázar respecto a que Lacan ponía al lector en posición de hembra. No por la imbecilidad que le adjudica a la posición femenina la pasividad, sino porque aquel lugar estrecho por el que se entra a los escritos lacanianos requiere, ineludiblemente, participar de la suposición del sujeto femenino. Ese que objeta el universal de manera discordancial, ese que si lo hubiera no haría falta que fuera ése.

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