lunes, 23 de julio de 2012

Uno fallido que des-cuenta

I

Alguien comentaba la otra vez que todo lo que se escribe en los 'estados' del facebook es autorreferencial. Lo cual es absolutamente lógico, si se tiene en cuenta que la pregunta que interpela desde el vamos es '¿qué estás pensando?'; y aunque uno pueda pensar en muchas cosas distintas es evidente que siempre lo hace desde uno, y por ende, de alguna forma u otra, luego de su breve excursión retorna al Uno. Ahora bien, excediendo ese mínimo 'estado', normal por antonomasia, ¿es posible escindir efectivamente la lógica del Uno, y el monólogo concomitante que la acompaña, incluso cuando cree referirse a lo múltiple y diverso? ¿Y si fuera al revés? ¿Si asumir la autorreferencia fallida (en el sentido de que no puede nunca coincidir consigo misma y por eso vuelve, una y otra vez, a referir), el Uno-en-falta, en lugar de creer a priori en la apertura, el diálogo y la multiplicidad de perspectivas que uno como buen demócrata siempre contempla, fuera lo que abre verdaderamente al común, ese sin rostros ni nombres preferenciales, es decir: a la política más allá del amor y del goce narcisista? Para luego sí, quizás, en una retroactividad imprevista encontrar el amor con alguien que porta un rostro singular y con quien se indaga una diferencia absoluta (el Dos), diferencia a explorar en la multiplicidad infinita que ofrece un mundo escindido.

II

Hay unas palabras muy atinadas, atribuidas a Germán García ('¿acaso importa quién habla, dice alguien que importa quien habla?'), sobre la táctica del analista: "¿Cuál es la táctica del analista? -se pregunta García- Es la interpretación. La interpretación es táctica porque es un saber que vale para la ocasión y desaparece con la ocasión. Sabemos que en los análisis nadie dice genialidades, sino que dice, con suerte, algo en el momento preciso". Lo que me llevó a preguntarme, esta vez a mí, por la táctica del analizante y lo que se abre más allá de un análisis: ¿Cuál sería esa táctica, entonces, si la hay? ¿Acaso el amor de transferencia, que vale para la ocasión y desaparece con la ocasión? Pues sabemos, también, que en los análisis nadie produce el Dos, sino, con suerte, ese Uno fallido que monologa creyendo que se dirige a un Otro (cuando no lo hay) y lo asume.

III

En el libro las mil y una noches hay un cuento que cuenta acerca de ese mismo libro, de 'monstruoso modo', decía Borges, porque ya no se trata de uno (en) más que se desliza en la lectura metonímica, sino del bucle recursivo que, al volver sobre el conjunto, lo destituye como totalidad virtual de sentido para actualizarlo en un punto paradójico imposible. Ese cuento no es extensivo, es decir, no puede contar parte por parte el libro que lo contiene (no es una reduplicatio), tampoco una síntesis del mismo (no es un resumen): cuenta al contador, devela la textura de la trama, des-cuenta; y eso, lejos de tranquilizarnos, nos resulta ominoso, porque entonces, nosotros lectores, creyéndonos inmunes a la escritura también podemos ser meros personajes de un relato que nos excede -sugiere Borges. Encontrarse de repente con ese punto paradójico donde se cuenta lo que cuenta, donde se destituye al contador virtual en beneficio del acto concreto de escritura, en su materialidad y exceso, no restituye para mí ningún metarrelato, si no, al contrario, la liberación del acto de escribir sin garantías, ni suposiciones absolutas ni mandatos determinados. Y esa operación es lo que llamo sujeto (o también, por qué no, una forma-de-vida).

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