martes, 17 de julio de 2012

Filósofo materialista

Antes que todo, como diría Magritte, esto no es una definición.

Un filósofo materialista no se esfuerza en juzgar, en discernir, en clasificar, ni siquiera en comprender o interpretar, lo que pasa o lo que hay. Un filósofo materialista compone y apuesta, en cambio, por las posibilidades indeterminadas de lo que encuentra, por aquí y por allá, al paso. Compone materialidades discursivas que son como tejidos, como trenzas, como nudos, y que llama conceptos. Los conceptos materialistas no son meras definiciones, ideales u operacionales, son más bien montajes concretos efectuados entre procesos indiscernibles o genéricos, sin fin, ni finalidad ni lucro. Por eso constituyen una pura apuesta, a que hay apuestas, y que vale la pena perderse tanto como encontrarse, entre ellos y ellas, componiendo una materialidad sin objeto. Un filósofo materialista no tiene consideración para con las buenas o malas conciencias, más o menos idealistas, las atraviesa como un rayo para dirigirse directamente a los cuerpos, esos que se hayan adormilados pero que, cada tanto, acusan recibo y responden.

No hay comentarios:

Publicar un comentario