"El no todo del final es también un no todo leer. De donde este final de análisis cuya marca propia es el cambio de posición, es decir, de afecto, en relación a la verdad y a lo real imposible. Este cambio que va del horror a la satisfacción sirve como conclusión pues el afecto testimonia indirectamente que lo real ha sido puesto en su lugar por y dentro del decir del analizante. Tal es finalmente el efecto terapéutico-epistémico del psicoanálisis. Y él es el único que lo tiene." (Colette Soler, Poner lo Real en su lugar)
De dicho viraje afectivo -de sus avatares- puedo dar testimonio en el decir que es el mío, impropio, cuando pasa (que digo en ese sentido). De lo otro que habría que hablar, al mismo tiempo, es que poner lo Real en su lugar (que es el nudo) coimplica el de-poner (o la deposición -con todo lo escatológico que se quiera oír ahí) al sujeto supuesto saber y la escisión del lugar mismo (o sea el fin de la transferencia idealizante, fin de análisis en terapia, y el comienzo de la lectura/escritura bajo el riesgo del nombre propio).
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