lunes, 13 de agosto de 2012

Lógicas del poder

El abuso sexual en los juegos olímpicos (para ver la nota hacer clic aquí): cuando la entrega total, propia de la imbecilidad -y, en estos casos, también de la perversión- masculina, se confunde con la adhesión sin reservas a la práctica de un deporte (o un arte o una disciplina, lo mismo da). El 'practicar sin reservas' -la entrega absoluta- no implica necesariamente ninguna totalidad o incondicionalidad, menos aún subordinadas al imbécil o perverso de turno; implica, más bien, el exceso de un rigor sin parámetros ni disciplinadores; ejercicio, a su vez, extremadamente singular que exige el cuidado de sí y de los otros.

Por ello, resulta imperioso mostrar que existen prácticas y disciplinas con gran nivel de exigencia que no le deben nada a la lógica de la totalización, la subordinación, la jerarquía o la competencia. Que lo contrario del orden no es el caos; que lo contrario de la totalización no es la dispersión; que lo contrario del esfuerzo no es el desgano. O sí, que lo son, y que los imbéciles se queden con sus contrarios y su modo limitado de orientación especular; pero demos entrada al fin a otros modos, mucho más rigurosos y exigentes, de ordenamiento y disciplina, de reunión y participación, de incorporación y potenciación; modos complejos donde la alternancia de posiciones, la multiplicidad de tiempos y espacios, y sus mutuos anudamientos solidarios muestren la potencia del ser (en) común: puro exceso, descentramiento y expropiación de los medios, sin principio ni fin.

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