martes, 14 de agosto de 2012

Del amor

Voy a empezar a marcar mis diferencias con el maestro.

El amor es un pensamiento que empieza entre los cuerpos y prosigue, quizás, no en una simple declaración acontecimental, sino en la exposición infinita de los detalles que tejen una vida al presente, abierta al porvenir y a la resignificación de su pasado, y que comparece ante otra inextricablemente, porque sí; es allí donde habrá sido -o no- el encuentro. (Cada palabra tiene aquí su peso, calibrado delicadamente entre ellas: pensamiento y no sentimiento, cuerpos y no abstracciones, quizás y no certezas, exposición y no declaración, etcétera).

Y así, pues.

Nos contamos la vida, las huellas, los lunares, las heridas, lo micro y lo macro, lo último y lo pretérito, lo íntimo y lo éxtimo. Nos atravesamos en miradas infinitas, recortadas en un instante cómplice, sin parpadear, aumentando y disminuyendo el tamaño de las pupilas. Nos amamos sin descanso y con descansos, con premura y ternura, entre gritos y silencios. Nos contamos historias que condensan siglos, la eternidad, un instante.

Y nada más, por ahora.

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