domingo, 8 de agosto de 2010

Hoy

a M.

Hoy es un día de esos en que no debería escribir. Escribo. Hoy es un día en que me desperté casi del todo, pero recuerdo, por esa diferencia insignificante. Hoy: recuerdo.
¿Por qué me habré ido?, ¿por qué me habré quedado? Una parte que oscila y otra que se fija. Así (se) es.
¿Por qué fue que me quedé? No hay razón alguna, y sin embargo. ¿Por qué sigo?, ¿alguien se acuerda? Claro, yo, dice. Pero también quedan algunas palabras, algunas cosas, algunos deseos y cada tanto.
Cada tanto se escribe que recuerda haberse despertado hecho un nudo, por ejemplo, por eso sigue. Aunque también podría cortarse de golpe como tal, en cualquier momento, y disolverse ¿verdaderamente?
Todo tan precario, todo falso, todo inconsistente, y el dolor. El dolor de existir, claro.
Te recuerdo: hoy. Hay marcas, huellas de tu ausencia, hay modos de decir que calan el alma; mi falta, mi inconsistencia. Hoy, hermano, estoy triste pero sigo. Aún.

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