viernes, 19 de abril de 2013

Chiste ontológico y psicoanalítico

   
     Aclaración: No se trata aquí de explicar el chiste, sino de usarlo para mostrar otras complejidades.

     Desde la clásica perspectiva freudiana, este chiste puede ser leído en clave edípica, como la inversión y sustitución -por represión o sublimación- del verdadero objeto de deseo: en lugar de pedir una madre cuando lo que hay es una mujer, según el humor de Quino, en el conflicto edípico al contrario lo que sucede es que el padre interviene para hacer justamente del objeto de satisfacción materna (en doble sentido: satisfacción del hijo y satisfacción de la madre) su mujer, no la del hijo, y en el mismo acto hacer de ella sólo la madre del hijo, según la teorización de Freud.

     Pero también puede ser leído en clave psicoanalítica lacaniana, pues encontramos expresada en el discurso la inadecuación inaugural entre el significante (mamá) y la intención de significación (yo quería una...) en tanto, junto a los demás referentes (Dios, Adán, Eva), hay uno en falta indicado sólo por el orden simbólico (n-1) ya que a lo real nada le falta. Es decir que tendríamos en la primera lectura el conflicto netamente pulsional-libidinal y en la segunda, la estructura dislocada del significante que causa el deseo como diferencia entre necesidad y demanda.

     Eso no es todo. Además, podemos agregar una tercera lectura, que vuelve indistinguibles las caras pulsional y significante de la constitución subjetiva y asume su raigambre ontológica al pensarlas anudadas: podemos pensar que la partícula del lazo social comienza con tres términos identificables y un cuarto in-existente (que es el que genera la demanda e indica la falta, la represión o la sublimación), el asunto entonces pasa por cómo arreglárselas allí para que el inexistente sea nombrado sin reprochárselo a nadie en particular (con o sin humor), pues eso supondría un creador y un orden pre-existentes al que está surgiendo en la pura nominación suplementaria, cuyo afecto es singularísimo; para eso es necesario que los términos, en algún punto, devengan indiscernibles y el nombre los anude.

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