Cuando a la lógica del Uno se le opone sin más la de lo Múltiple, como al orden el caos, o al fundamento lo anárquico, es que no se ha entendido nada de nada acerca de cómo se constituye un sujeto y de cuál es su necesidad actual ante tanta desorientación posmoderna y regresión fundamentalista. Ya lo he dicho por ahí, para mí el sujeto es esencialmente femenino. Pero además hay que dar razón de su estructura epocal compleja, la cual no puede ser calificada simplemente de irracional, dispersiva o caótica.
Como bien dice Badiou en Condiciones, el amor, desde la posición femenina, anuda los cuatro procedimientos genéricos de verdad: arte, política, ciencia y él mismo. Allí hay un modo novedoso de pensar el Dos que se sustrae radicalmente a los dos Unos (cualificados y contables), como también a la simple disyunción (heterogeneidad o ausencia de relación): tiene que ver -asumo de mi parte- con lo que introduce el nudo de cuatro -el sinthome- en Lacan. Sostengo, en consecuencia, que la composibilidad filosófica, como modo de producción singular, pensada en términos de anudamiento borromeo sinthomático habilita pensar la disyunción de manera compleja: no sólo esa duplicatio acontecimental que señala la presentación en la presentación, y sus consecuencias singulares en cada procedimiento, sino el que haya a su vez múltiples presentaciones que se presentan a sí mismas. Al menos cuatro. Sólo esta doble heterogeneidad, captada en simultaneidad, asegura que no haya suturas. Aunque, lamentablemente, pocos la captan.
Captar -en sobrecogimiento- una estructura solidaria de cuatro términos suplementarios, anudados, es lo que permite circular -al sujeto- por el ámbito extrafamiliar, sin caer en la reductio ad unum o la mera dispersión relativista. Lo Uno no es lo único, del mismo modo que el Dos no es el cuatro. Esta serie de distinciones es lo que trama una Idea.
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