1) La sabiduría filosófica quiere hacer de estas tres dimensiones una sola, fundada en un mítico origen (o fundamento).
2) La profecía filosófica quiere también hacer de ellas una, pero vinculada
más bien al porvenir (de una ilusión).
3) La técnica filosófica en cambio las quiere separadas entre sí, heterogéneas y cada una por su lado.
4) La parrhesía filosófica, por último, las anuda sosteniendo en una interrogación incesante su mutua irreductibilidad. Este es el coraje de la verdad.
Claro que luego Foucault desbarranca, a mi modo de ver, por querer hacer de ese nudo la encarnación de uno propio, es decir, uno que reúna esas tensiones en el propio cuerpo del filósofo: el cínico, por excelencia.
Para mí, el nudo entre politeia, ethos y aletheia no puede ser un nudo propio (nudo trébol, que Lacan atribuía a la paranoia), sino impropio, es decir, tejido de diversos hilos discursivos que el mismo filósofo no puede encarnar en sí mismo, sólo transitar y composibilitar a partir de múltiples operadores conceptuales y corpus textuales.
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