domingo, 3 de octubre de 2010

para cuando empiece a dejar de escribir

Habría de dirigirme a ella; la distancia que separa una cosa de otra, la palabra. Un blanco uniforme extendido entre líneas, qué más fácil de leer que eso. Las metáforas, no, las palabras, vuelvo, en su propia materialidad definen una forma que es, inevitablemente. Escribir así, como a garrotazos (garras y retazos, lo que queda), interrumpo, la proferición del dicho por dicha alcanzada de golpe y escansión, sin regla. Habría algo más que goce en tal decir; es necesario suponer o preguntar, siempre. Ya ni los signos; la interrogación y la respuesta se escriben de envés y de revés. Qué más. Podría seguir pero ya no.

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